Antes de 2018, cuando la palabra Coquí apareció en diarios como El Espectador y Portafolio; en revistas como Caras y Semana; además de en la cuenta de Juanito Viajero, muy pocos habían escuchado hablar de este corregimiento de 120 personas en el Pacífico Norte de Colombia.
Hoy, tres años después, siguen siendo muchos los que desconocen incluso la cabecera municipal: Nuquí, Chocó. Sin embargo, para mí, desde 2019 se convirtió en el lugar que más asocio con el paraíso, aunque antes de escuchar sobre el lugar en una conferencia de seguridad alimentaria en 2018, tampoco tenía idea de que existía.
Llegué por primera vez en una lancha en septiembre de 2019 para el Festival Siembra Negro Pacífico. Entramos por la parte sur del corregimiento, el punto en el que el mar y el río se unen. Había una cabaña pintada de naranja y amarillo que sigue siendo una de mis postales favoritas del lugar. Un hombre de casi dos metros, el mismo que conducía el bote, llevó mi maleta hasta el segundo piso de una casa de madera en medio de la única calle del corregimiento, una vía estrecha sin pavimentar donde solo hay caminantes y niños en bicicleta. En este poblado a dos aviones y una lancha de distancia de mi casa, no hay carros ni motos, solo vehículos acuáticos para pescar y movilizarse.

Pero eso no fue lo que se mencionó en los periódicos, ni lo que contaría yo si escribiera una carta desde allá. Los investigadores, biólogos y cocineros que vieron en el lugar un sitio con potencial único, encontraron la sinergia entre la selva, el río y el mar; entre la gente, su cultura y su tierra.
Y yo, como con ningún otro viaje, tres años después, y luego de haber vuelto tres veces más, sigo procesando la información, haciéndome preguntas y enamorándome de la riqueza de Coquí, una muy diferente a la de la ciudad, pero, a mis ojos, más real.
Tendría que empezar con la tranquilidad, con la pausa, pero también mencionar el ritmo, el goce, que parecen volverse más escasos a medida que la ciudad se enfría. Luego tendría que hablar de las señoras, de su risa, su voz, su calidez y esa sabiduría que llevan en hombros, sobre la que se sostiene su comunidad.

Señoras, las señoras
De esa primera vez, y de las otras, en las que he vuelto, me llevo la noche con mucha humedad, la música a todo volumen que resuena en el pueblo entero, los bailes entre todos, porque parece una familia gigante. Me llevo, siempre, los sabores. En Coquí, en todo el Golfo de Tribugá, hay 10 especies de mangles; 106 especies de peces; es el lugar de paso de ballenas jorobadas, tortugas marinas, aves y sardinas; además de albergar entre sus selvas: frutas, plantas aromáticas y frutos valiosos como la vainilla y el cacao. En cada viaje hay sabores nuevos, o los mismos, pero con un nuevo significado.

Diccionario de Sabores
Hace 22 años celebran el Festival de las Migraciones, un espacio construido entre los indígenas y afro del Golfo de Tribugá para conmemorar, a través de la danza, gastronomía y otros saberes ancestrales, la migración de aves, tortugas y ballenas jorobadas que llegan a la zona para dar a luz. Conocer el Golfo de Tribugá es sumergirse en un viaje exuberante, lleno de descubrimientos, sabores, colores, animales y paisajes. Termales, manglares, selvas, bailes, alabados, canciones, fiestas. No se puede resumir, siempre hay algo para contar. Y de cada viaje hay algo nuevo, alguien, canción, una palabra, un ingrediente, una receta.
Así que si lo pienso, si me detengo en medio de tanta información, podría decir que Coquí me pareció un paraíso, la primera vez, por sus playas, su biodiversidad y los nuevos sabores, tan locales y desconocidos para mí. Después de los otros viajes, podría decir que es un paraíso por la pausa, por la relación con la naturaleza. Y si lo miro en perspectiva, uniendo todos los viajes, creo que me quedo con la sabiduría que comparten los ancestros, la que otorga una vida de resiliencia; me quedo con el sentido de comunidad, con los sancochos hechos en el kiosco, las fiestas públicas y esa sensación inigualable de sentirse parte de una familia de 120.
Si quedaste antojado de conocer Coquí…

Te puedes hospedar en:
- Posada Palo de agua: @posadapalodeagua. Cel: 314 850 3897
- Hotel Madre Agua. @madreaguahotel Cel: 350 878 5564
- Si quieres una experiencia completa con los nativos, puedes quedarte en una posada nativa y hacer tu reserva a través del contacto de Zotea o Casa Múcura.
Puedes agendar tu visita a Zotea contactándote con:
Catalina Ramírez: 312 882 8098
¿Cómo llegar?:
Para llegar a Coquí, debes tomar un vuelo desde Medellín, Bogotá o Quibdó hasta Nuquí y allí tomas una lancha que te deja en el corregimiento.
Aereo ejecutivos de Antioquia: +57 4 3620002
Grupo San Germán: +57 4 3222769
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